jueves, febrero 25, 2010



The Art of the Steal


"The Art of the Steal" se estrena en estos días por NYC. Cuando la vi en el último New York Film Festival no tuve tiempo de elaborar un poco más sobre ella. Es un documental intenso, entretenido, que puede engañar bastante por la cantidad de temas que abarca. Parece un filme de denuncia, pero es más la presentación de un caso, una cruzada en defensa de la memoria de alguien que en la pasada arroja unas cuantas verdades.

La película, que se traduciría como "El arte del robo", es un extenso trabajo de investigación que habla sobre el arte -cuando hay mucho dinero comprometido- y nos muestra como opera el poder desde las sombras. Por un lado sirve de vitrina para poner en el mapa a una magnífica colección privada, oculta en los suburbios de Filadelfia y al mismo tiempo revelar brutales intereses económicos y legales en conflicto. Las asperezas aparecen en torno a una guerra silenciosa entre coleccionistas, una batalla entre caudillos del arte, entre lo que se puede entender por dominio público y dominio privado.

Lo absorvente en mi opinión va por el lado de la información, de lo que se aprende al ver el filme, de lo wikipédico, enciclopédico del asunto, más que sus valores cinematográficos, donde nos econtramos con una estructura menos original, que imita un poco el estilo de Errol Morris.

Todo gira en torno a un doctor de origen humilde, Albert Barnes, quien a principios del siglo 20 se hizo millonario en Pensilvania al desarrollar una popular medicina. El hombre ganó tanto dinero que un día prácticamente abandonó su profesión y se dedicó a coleccionar arte, especialmente de los pintores impresionistas, post impresionistas y modernistas. En esos años tuvo muchos problemas para mostrar sus adquisiciones. Ante la falta de interés y desprecio de la alta sociedad, las autoridades y el mundo de las artes de Filadelfia, un día Barnes decidió que jamás iba a mostrar su colección en un museo, sino que construiría una escuela, un lugar privado -The Barnes Foundation- para que sólo los verdaderamente interesados pudieran disfrutar de esos trabajos, de acuerdo a los arreglos que el propio doctor había hecho.

Barnes sabía lo que tenía en su poder, lo que es hoy la colección privada de impresionistas más grande del mundo, avaluada nada menos que en 25 mil millones de dólares. El documental esbosa que con los años la ignorancia de la elite, del mundo de las artes, se transformó, irónicamente, en una sed por acceder a esa colección, por controlarla, por llevarla a grandes museos y profitar de ella. Barnes juró que jamás se mostraría su colección en otro lado que no fuera la fundación. El doctor se murió en 1951, no dejó herederos, sólo estrictas reglas para preservar The Barnes Foundation. El problema es que, de acuerdo al documental, los mismos enemigos de Barnes, o los familiares de estos, e incluso malos administradores de la fundación, son aquellos que van a ir lenta e imperceptiblemente torciendo su voluntad. El filme parte cuando ya está anunciado que The Barnes Foundation se va a un museo en pleno centro turístico de Filadelfia, en manos, aparentemente, del tipo de personas que Barnes no podía ver. El documental se dedica a tejer qué fue lo que pasó entre medio, desde la muerte de Barnes hasta hoy.



La película es un verdadero huracán de pequeños datos curiosos, de preguntas, donde obviamente hay muchas cosas en las que se sugieren ciertas respuestas. Es evidente también que el cineasta a cargo -Don Argott- toma una posición casi de defensor de los intereses de Barnes. Lo más sustancial está en todas las evidencias que se van cuajando, en el trabajo por decirlo así periodístico, de hilvanar, de recolectar información para ir armando una fotografía del conflicto (o de un lado de este). Sin duda que este trabajo entra en esa categoría de filmes que sacan a la luz conspiraciones encubiertas y me imagino que desde hace un buen rato Argott es persona non grata entre todos aquellos que fueron permitiendo que esa colección cambie de casa. Quizás el concepto que mejor define esta película es lo convincente y
persuasiva que llega a ser la presentación.


miércoles, febrero 10, 2010



Film Comment Selects


Ya viene esta muestra que realiza la revista del Film Society of Lincoln Center. Recuerdo cuando era chico, en Santiago de Chile pre-internet, el único modo de saber qué estaba pasando en el mundo cinematográfico era hojeando el ejemplar de Film Comment que llegaba al Instituto Chileno-Norteamericano de Cultura o en la Universidad Católica, un número al que había que sacarle fotocopia. La Librería Francesa traía Cahiers y a veces el Village Voice. Obviamente los más cinéfilos - y amigos- nos alinéabamos por juntar los pesos que teníamos y comprar una copia, que después a duras penas íbamos a rotar. Innumerables veces me enteraba de cineastas que no conocía, esperando hábido, en algunos casos años, poder ver sus películas. Hace un buen tiempo, estaba conversando con Amy Taubin (la crítica de Film Comment y del Voice) y no pude contener el entusiasmo de contarle esa historia.
Vaya este pequeño homenaje para esas queridas revistas, que al menos en esa época, eran fundamentales.

Todos los años Film Comment hace una selección de filmes que en su mayoría han tenido repercusión en el circuito de festivales y que por alguna razón no se acomodan a los modelos de muestras o distribución estadounidenses. No todas las películas que se incluyen son una maravilla, pero hay unas cuants trabajos que sobresalen. Por ejemplo está "The Time that Remains", de Elia Suleiman, un filme palestino que celebré cuando se estrenó en Cannes. Esto fue lo que escribí en ese momento:
"El mismo día también vi una película que al principio no me entusiasmó mucho, pero que después de un rato – en la medida que se iba armando el relato- me pareció una gran comedia, “The Times That Remains”, de Elia Suleiman. Tiene muchos elementos del género deadpan, con tomas estáticas, interpretaciones coreografiadas - muy físicas y herederas del slapstick- y una serie inagotable de gags. Tanto chiste y actuaciones exageradas, a lo mimo, son un poco agotadoras de entrada. Algunas funcionan y son divertidas, otras no consiguen ese nivel de humor. Pero afortunadamente la película no se inclina sólo en eso para mantenerse a flote, sino que arma su camino a través de un sólido sentido de la síntesis, de la precisa información que se requiere para hacer avanzar la historia y al mismo tiempo darle un poco de densidad a los acontecimientos y sus personajes. Este equilibrio entre humor y astucia cinematográfica permite contar una historia familiar en un contexto politico y de violencia religiosa. Suleiman es palestino y narra algunas anécdotas de su familia desde 1948, cuando es instaurado Israel en el corredor de Siria–Palestina, hasta el presente. Es un filme desde el punto de vista de un árabe que vivía en esas tierras cuando todo cambió políticamente y de ser un árabe se transforma en “árabe israelita” y las consecuencias de eso. Suleiman elabora una seguidilla de bloques que van mostrando el paso del tiempo en Nazareth, de las rencillas políticas que se repiten y de algún modo una descripción de la vida de una serie de familiares o vecinos, en torno a la misma casa en casi 5 décadas."

Por supuesto en esta selección hay espacios para los antojos de Louc Moullet ("The Land of Madness") y de Philippe Grandrieux ("Un Lac", "Sombre", "La Vie nouvelle" ). También para algo de manipulación y acción dispartada con "Accident", un filme de Hong Kong, dirigido por Soi Cheang. Hablando de manipulación, además hay una mini telenovela con "The Applause", un filme danés que con mucha sensiblería relata los altibajos de un actriz y su relación con su familia.




Entre los que están para quedarse atrapado en el cine por horas, sin querer salir, es la reposición de una de las obras maestras de Edward Yang, "A Brighter Summer Day”. Hace un tiempo escribí lo siguiente. "Es del año 91, pero se siente tan fresca como si se hubiera hecho ayer. Una historia familiar emplazada en un determinado momento político de Taiwán. Es una lección de cualidades narrativas, de la capacidad de registro, de lo que es una toma cinematográfica y a la vez, en cuanto a su estructura, de contar una historia, de crear capas, de encontrar una coherencia, de que todo fluya como si hubiera sido la única manera posible."

A las que quiero ir de curioso es al doble filme/rareza de Kiyoshi Kurosawa,"The Revange", al igual que "Perfect Life", de Emily Tang. Entre los filmes más decepcionantes está "Air Doll", una sorprendente caída de Hirokazu Kore-eda.

lunes, febrero 01, 2010




Dos de
Nikolaus Geyrhalter

Recientemente vi
"Pripyat" y "7915 Km". Eran parte de una muestra, realizada en el Anthology Film Archives, sobre los documentales hechos por este cineasta austríaco. Geyrhalter tiene la piel de documentalista austero y directo, lo que sumado a un poco de ironía para mostrar ciertas contradicciones, le permite moverse con facilidad por los temas en que se involucra (alimentos en el mundo global, el rally Paris-Dakar, la radioctividad en Chernobyl, etc) . Muchos de estos temas tienen que ver con los contrastes o las tensiones que salen a la superficie entre la tecnología y las costumbres ancestrales, la riqueza y la pobreza, la globalización y las cosas locales, por nombrar algunas de ellas. En "Our Daily Bread", su trabajo del 2005, buena parte de sus técnicas narrativas se resumían en largas, estáticas y elegantes tomas generales de campos y fábricas de procesamiento de alimentos. Nada de música ni narradores. Sólo la yuxtaposición de un plano tras otro. En términos formales este prolijo trabajo es una variante más extrema de "Pripyat" y "7915 Km". Sorprendentemente estas últimas dos cintas, distantes en los años - "Pripyat" (de 1999) y "7915 Km" (de 2008)- tienen más cosas en común, que con "Our Daily Bread". Las dos son seguimientos de personajes y contienen unas cuantas entrevistas que entregan un poco de información.




"Pripyat" es un filme brillante en el sentido que es deudor de sus propias ideas, que es coherente en sus planteamientos, que tiene un ritmo interno único, que brota del material. Su estructura es bastante libre, con personajes o entrevistados que van rotando, con historias que van y vienen, con una importancia recalcada en la palabra. Incluso en las escenas o planos donde vemos sólo al personaje es evidente que a Geyrhalter le importa el efecto de las palabras, de la historia oral. ¿Cuál es esta historia? La de varias personas que viven o trabajan dentro de una zona de 30 kilómetros al rededor de Chernobyl, la tristemente célebre planta nuclear que explotó en 1986, trayendo consigo muertes y el fantasma de la contaminación. Han pasado 12 años desde este incidente y estamos en Pripyat, una ciudad fantasma ubicada dentro de ese radio de 30 km. La ciudad fue evacuada tras el accidente, pero aún hay vestigios de vida y de recuerdos. Se supone que es una zona donde todo debería estar sumamente controlado, debido a los serios problemas de radioactividad, pero del documental se desprende que es un área mucho más caótica de lo que debería ser. Algunos parecen saber perfectamente bien como manejar el problema de la radiación, pero otros no tanto. Otros saben bien las reglas, pero las desafían porque sienten que Pripyat es su hogar, la tierra a la que pertenecen y de la que nunca debieron haber sido desplazados. Uno de los momentos más conmovedores es, de hecho, cuando una de las protagonistas -que antes vivía en un edificio que hoy está abandonado- decide repetir el camino que hacía todos los días entre su trabajo y su casa. Un recorrido por lugares que han cambiado, que están derruidos. La entrada a su casa debe de ser uno de los instantes más notables de presentación de lo que es la memoria, la relación entre las personas y las cosas. Una gran película.

Creo que en el envoltorio
"7915 Km" se parece mucho a "Pripyat", pero las ideas no están tan bien logradas. Se respira mucha libertad y también hay unas cuantas escenas de lujo, sin embargo, al pensarlo como todo, es bastante dispersa. "7915 Km" viene del número de kilómetros que recorría el Rally Paris-Dakar, cuando era efectivamente entre esas dos ciudades. Geyrhalter registra los lugares más importantes que forman parte de la competencia, enfocándose en Africa. En su lúcido acercamiento inicial no se ven los autos, sólo sus huellas en el camino. Esta es la puerta de entrada para registrar a los residentes de las zonas por las que pasa el circo del rally. El filme es más amplio que eso y se va lentamente concentrando en los relatos de sus entrevistados, de sus protagonistas. Finalmente son sus historias, al principio relacionadas con el rally, y más tarde con sus problemas, sus intereses y sus aspiraciones -y con un contexto amplísimo que va desde historia reciente africana, política, economía o hasta pornografía- que se van apoderando de la cinta. Además hay un punto evidente, de contrastes (un tanto ingenuo) en lo que es la relación entre Europa y Africa. Luego nos metemos en el territorio de la inmigración. Este cocktail hace que varias de los buenos instantes se vayan enrareciendo y dejen al filme en un estado de vaguedad, de múltiples cosas a la vez, que se arman un poco forzadamente.