The Art of the Steal
"The Art of the Steal" se estrena en estos días por NYC. Cuando la vi en el último New York Film Festival no tuve tiempo de elaborar un poco más sobre ella. Es un documental intenso, entretenido, que puede engañar bastante por la cantidad de temas que abarca. Parece un filme de denuncia, pero es más la presentación de un caso, una cruzada en defensa de la memoria de alguien que en la pasada arroja unas cuantas verdades.
La película, que se traduciría como "El arte del robo", es un extenso trabajo de investigación que habla sobre el arte -cuando hay mucho dinero comprometido- y nos muestra como opera el poder desde las sombras. Por un lado sirve de vitrina para poner en el mapa a una magnífica colección privada, oculta en los suburbios de Filadelfia y al mismo tiempo revelar brutales intereses económicos y legales en conflicto. Las asperezas aparecen en torno a una guerra silenciosa entre coleccionistas, una batalla entre caudillos del arte, entre lo que se puede entender por dominio público y dominio privado.
Lo absorvente en mi opinión va por el lado de la información, de lo que se aprende al ver el filme, de lo wikipédico, enciclopédico del asunto, más que sus valores cinematográficos, donde nos econtramos con una estructura menos original, que imita un poco el estilo de Errol Morris.
Todo gira en torno a un doctor de origen humilde, Albert Barnes, quien a principios del siglo 20 se hizo millonario en Pensilvania al desarrollar una popular medicina. El hombre ganó tanto dinero que un día prácticamente abandonó su profesión y se dedicó a coleccionar arte, especialmente de los pintores impresionistas, post impresionistas y modernistas. En esos años tuvo muchos problemas para mostrar sus adquisiciones. Ante la falta de interés y desprecio de la alta sociedad, las autoridades y el mundo de las artes de Filadelfia, un día Barnes decidió que jamás iba a mostrar su colección en un museo, sino que construiría una escuela, un lugar privado -The Barnes Foundation- para que sólo los verdaderamente interesados pudieran disfrutar de esos trabajos, de acuerdo a los arreglos que el propio doctor había hecho.
Barnes sabía lo que tenía en su poder, lo que es hoy la colección privada de impresionistas más grande del mundo, avaluada nada menos que en 25 mil millones de dólares. El documental esbosa que con los años la ignorancia de la elite, del mundo de las artes, se transformó, irónicamente, en una sed por acceder a esa colección, por controlarla, por llevarla a grandes museos y profitar de ella. Barnes juró que jamás se mostraría su colección en otro lado que no fuera la fundación. El doctor se murió en 1951, no dejó herederos, sólo estrictas reglas para preservar The Barnes Foundation. El problema es que, de acuerdo al documental, los mismos enemigos de Barnes, o los familiares de estos, e incluso malos administradores de la fundación, son aquellos que van a ir lenta e imperceptiblemente torciendo su voluntad. El filme parte cuando ya está anunciado que The Barnes Foundation se va a un museo en pleno centro turístico de Filadelfia, en manos, aparentemente, del tipo de personas que Barnes no podía ver. El documental se dedica a tejer qué fue lo que pasó entre medio, desde la muerte de Barnes hasta hoy.
La película es un verdadero huracán de pequeños datos curiosos, de preguntas, donde obviamente hay muchas cosas en las que se sugieren ciertas respuestas. Es evidente también que el cineasta a cargo -Don Argott- toma una posición casi de defensor de los intereses de Barnes. Lo más sustancial está en todas las evidencias que se van cuajando, en el trabajo por decirlo así periodístico, de hilvanar, de recolectar información para ir armando una fotografía del conflicto (o de un lado de este). Sin duda que este trabajo entra en esa categoría de filmes que sacan a la luz conspiraciones encubiertas y me imagino que desde hace un buen rato Argott es persona non grata entre todos aquellos que fueron permitiendo que esa colección cambie de casa. Quizás el concepto que mejor define esta película es lo convincente y
persuasiva que llega a ser la presentación.