Le había comentado a un amigo hace un tiempo atrás, mi impresión que por el grado de exactitud Corneliu Porumboiu debió haber estudiado derecho para haber escrito un filme tan lúcido como "Politist, Adj". La película de frentón habla de temas que tienen que ver con el seguimiento policial y cómo opera la certeza de ciertos hechos en torno a un sospechoso, la persona que está siendo investigada, dentro de un procedimiento. Son temas demasiados específicos, que están muy bien registrados. Hoy tuve la posibilidad de hacerle unas preguntas durante el NYFF, después de haber presentado su película a la prensa, en el Walter Reade Theater. Estaba equivocado, no había estudiado derecho, ni tampoco filosofía del derecho. Pero sí tenía, según lo que explicó, un muy buen amigo policía, que le fue dando ideas del modo en que operan las pesquisas, del tipo de investigación que se hace. Alguna gran cercanía tenía que haber con el tema, porque el grado de verosimilutd es avasalladoramente perfecto. En un momento dijo que la esencia de la película era precisamente alguien que sigue a otro, y qué fue lo que esa persona entendió de eso, de esa mera mirada lejana, colocándola en el papel (que es el reporte, que en algún momento del filme se muestra al espectador).También comentó sobre la importancia de la palabra, un elemento que arma completamente el filme.
Vayan a ver esta película!!! Que la dan dos veces solamente en el festival. Aunque ya tiene anunciada distribución en NYC.
Abajo hay un poco de la conferencia, que grabé con mi celular (no se escucha muy bien, pero tampoco le pidan tanto a un celular) donde está Porumboiu junto con Scott Foundas (que además de crítico es uno de los seleccionadores del NYFF).
Ya comienza el New York Film Festival. De todo lo que he visto en lo que va de pases previos (aún queda por lo menos una semana), desde ya hay que anotarse una lista de imperdibles: “Politist, Adj”, la gran película del rumano Corneliu Porumboiu, quizás hasta ahora la gran película del año, con la que flipamos en Cannes. “Everyone Else”, una notable película alemana, de Maren Ade, ganadora de Berlín, que disecciona la intimidad de una pareja con un realismo y una paciencia para capturar los comportamientos humanos, que me dejó con la sangre helada. Una gran sorpresa. Otra sorpresa es el corto de media hora, “Get Yer Ya-Yas Out!” de Bradley Kaplan, Ian Markiewicz, Albert Maysles, de sobre una legendaria presentación de los Rollings Stones en el Madison Square Garden hace 40 años(se me había olvidado que el MSG alguna vez fue una lugar cool) con apariciones de Jimmy Hendrix y Jerry Garcia. Otro de los imperdibles es “The White Ribbon”, de Michael Haneke, y “Ne Change Rien”, de Pedro Costa (aún con los veinte minutos que me parecen que están demás, sigo pensando que es un gran filme sobre la música) de las que también hablamos hace un tiempo atrás. Por supuesto hay que darse un tiempo en el Views from the Avant Garde y ver el ultimo corto de Apichatpong Weerasethakul.
En los semi-imperdibles –que alcanzan ciertas verdades, que consiguen pasajes brillantes, y a la vez también tocan una o varias notas en falso- se encuentra la última de Bruno Dumont – “Hadewijch”- con una partida colosal, una mirada mística/sensual fascinante y un final estrepitosamente flojo. “Sweet Grass”, un documental estadounidense sobre corderos y vaqueros, que tiene unos cuantos momentos de impresionante contemplación del trabajo y un sobrecogedor paisaje de Montana de fondo. “Ghost Town”, otro documental, esta vez chino, que se la juega por un retrato de varias generaciones que viven en un pueblo que se está transformando, y además esbosando en algo la relación de sus personajes con la religión y la política. Otro documental que está muy bien (que hay documentales!) es “The Art of the Steal”, que en realidad no aporta mucho en cuanto a narrativa cinematográfica, pero si consigue informar –con un gran sentido de la investigación- sobre un tema que es sumamente interesante, como lo es la Barnes Foundation, la mayor colección privada de arte impresionista del mundo y todas las disputas legales y políticas en torno a ella. Me dieron hasta ganas de tomar un bus e irme a Merion, Pensilvania (donde está esa colección, por ahora).
Esto fue lo que dijimos de "Politist, Adj", "The White Ribbon y "Ne Change Rien”, en mayo pasado:
"Es temprano, está asoleado y con el ánimo por arriba porque anoche vi en Un Certain Regard la que hasta ahora es en mi opinión la mejor película que me ha tocado en el festival, "Politist, Adjectiv", del rumano Corneliu Porumboiu. Es un un filme muy inteligente, sencillo, un ejercicio en tres pinceladas sobre el trabajo de la policía en el contexto del sistema legal o judicial. Es una cinta que le da una cara real y práctica a la justicia, que se arma desde el personaje de un agente policial que está investigando a alguien. Cuando la película partió, con largas y reiterativas tomas de un seguimiento de dos personajes, me acordé de "Jeanne Dielman, 23 Quai du Commerce, 1080 Bruxelles" de Chantal Akerman, y me asusté, porque pensé en todos los peligros de esa puesta en escena, que ese estilo fuera derivar en el cliché de la contención estirada para llegar a la explosión final, del asesino, del psicópata, del lado brutal y descontralado que emerge. Una película a paso de caracol, pero con las mismas ideas que hay detrás de las películas más convencionales. Nuevamente, como lo mencioné en el post anterior, pensé que estaba ante un caso en donde se ofrece una libertad narrativa, pero a fin de cuentas las ataduras con la vieja melodía son imposibles de evitar. Sin embargo, en "Politist, Adjectiv" estas largas secuencias de personajes que apenas conocemos son la base para plantear precisamente la temática de la película: cómo se va armando la certeza en torno a una persona, cómo alguien -un policía- que es totalmente ajeno a la vida de un tercero -el sospechoso, del que apenas sabemos su nombre y apellido, y que sólo vemos de lejos- tiene que formarse una opinión sobre él. No sólo una opinión, si no que una decisión que puede afectar su vida para siempre, ya que implica decidir si se presentan o no cargos contra él. Es decir, nos colocamos en el punto de vista de alguien que tiene que informar al sistema judicial sobre otro, y esa información, esas descripciones que están escritas en un reporte que hace la policía, es el método con que nosotros como espectadores nos vamos armando también de una cierta idea de verdad. Es la esencia del sistema burocrático-judicial expuesto en la pantalla grande con una sutileza que asombra, con todos los conflictos de caracter moral y legal que van emergiendo, pero en miniatura. Además que la película tiene un sentido del humor que deslumbra, que va unido a la palabra, al sentido de la palabra, a su significado, a la interpretación, que es la ecuación con que la idea de la justicia se transforma en realidad. "
"Uno de los mejores filmes que he visto es “The White Ribbon”, de Michael Haneke. Haneke es de esos autores hechos de una rara aleación de talento nato e inteligencia. Sus filmes son siempre un ejercicio de complicidad con el espectador, un juego que se va estructurando a través de pequeñas pinceladas, inofensivas por sí solas, pero que de modo acumulativo son capaces de transfomarlo todo en una aplanadora. “The White Ribbon”, es coherente con ese modus operandi, aunque las revoluciones se bajan al mínimo. Estamos en 1913, o algo así, en una pequeña y tranquila localidad donde todo gira en torno a un gran latifundio de propiedad de un barón. La aparente quietud del lugar empieza a descascararse cuando ocurren una serie de incidentes, como la caida de un doctor de un caballo y la muerte de una trabajadora. Estos actos desconecatados, más otros que empiezan a aparecer después en espiral –un espiral imperceptible- generan un estado de tensión o temor social y de clase que Haneke revela sólo con pequeños detalles de la vida cotidiana. “The White Ribbon” es un lúcido rompecabezas que excarba un poquito para encontrar la semilla de las asperezas, que interpela a la audiencia a ser testigos o jueces de una situación determinada, que entrega ciertas evidencias y deja que el resto ate cabos. Además que debe ser de los mejores trabajos que he visto recientemente que se atrevan a hablar de las posibilidades de la impunidad en el territorio de la criminalidad. "
"...de Pedro Costa, "Ne change rien" -que se está dando en la Quincena- es una experiencia para tirar a las cuerdas a cualquiera. Es un filme difícil que exige colocarse en un tono que se va desarrollando lentamente, que incluso me tenía contrariado al principio por la monocorde y asfixicante manera de presentar a la actriz y cantante Jeanne Balibar durante unos ensayos musicales. Pero aunque Balibar está en prácticamente todos los planos (largas, largas tomas) la película de Costa es en el fondo una experiencia sobre la música, sobre el proceso de hacer -o construir- música. Sin parecerse mucho formalmente a la peli que hizo sobre los Straub, sí se emparenta por el registro del oficio, de la descripción de pequeños detalles que explicaron el modo en que se hace cine y ahora, en este caso particular, la música o la canción. Cuidados y pacientes cuadros en la sala de ensayo, de grabación, en el escenario que construyen un mundo que es, a fin de cuentas, bastante coherente con lo que plantea. Creo que a ratos se extendió más de la cuenta, y se puso algo reiterativo, pero en las sumas y restas, y con todo lo que exige Costa de uno como espectador, es un filme que se sumerge en una temática donde la mirada es única y rigurosa. Bien por Costa."
En estos días está presentando su filme "El General", que estuvo en Sundance y Berlín.Se trata de un documental que revisa el pasado familiar de la cineasta y un poco de la historia de México.
Estaba viendo el listado de los filmes que se dan en el festival de cine de Nueva York (NYFF) y, como era de esperarse, hay muchas películas de Cannes, algunas de las que ya escribí y otras que habrá que mencionar en unos días más. También hay otras de Berlín y Venecia. Tengo muchas ganas de ver “White Material”, la nueva de Claire Denis. Su trabajo anterior, “35 Shots of Rum” tenía instantes que me gustaron muchísimo y coincidentemente llega al Film Forum en un par de semanas.
Me llama mucho la atención también en la programación del NYFF la serie Views from the Avant-Garde, que incluye varios filmes experimentales, algunos de los cuales aparecen en la lista de Wavelengths, la ya tradicional selección de avant garde que hace Toronto.
Hace bien que llegue Septiembre, porque empiezan los mejores estrenos. Aunque este verano no estuvo excento de películas que tenían el corazón bien puesto, como “Beeswax”, “Still Walking” , “El silencio de Lorna” (no todo en esta de los Dardenne me pareció fascinante, especialemente el modo en que evoluciona la propia Lorna, pero es imposible no quedar impresionado con unos cuantos pasajes de esa peli), Cloud 9 (me pasó algo similar a Lorna) o la restrospectiva de Eduardo Coutinho.
Los placeres cinematográficos más intensos, sin embargo, llegaron en agosto a través de la revisión de unas cuantas películas que ya tienen sus años. Una fue “El cielo gira”, de Mercedes Alvarez, un documental sobre la desaparición de un pueblo en España, que tiene una rigurosidad envidiable, y que está al mismo tiempo construído con un tono personal muy sobrecogedor. El otro, es “I Can No Longer Hear the Guitar”, de Philippe Garrel, que finalmente tiene una buena edición en DVD. La prosa de Garrel es tan elíptica, es tan exigente en cuanto al modo de entregar la información, que produce una sensación o un estado que me recuerda a veces cómo opera la memoria. Cada secuencia en esta película es un bloque que aparentemente es sólo un resabio o un esboso de algo más que sucedió y que no vemos. La experiencia inicial es desorientadora, porque en realidad no conocemos su lógica. Cuestan varias de esas secuencias para dejarse llevar por su estructura y a fin de cuentas, por la historia, una especie de amor fou repleto de momentos de intimidad.
En mi búsqueda de algunas películas españolas - donde me encontré por ejemplo con “El cielo gira”- apareció “Los desafíos”, un filme constituído por tres cortos de diferentes directores, cada uno con la presencia de tópicos comunes, como la sensualidad, la violencia y una referencia a la cultura estadounidense. La peli no es muy buena. Lo único anecdótico es que uno de los directores es Víctor Erice, quizás recién comenzando. Su corto, que podríamos decir tiene algo de misterio y de voyerismo, no creo que represente mucho todo lo que vino después en su notable carrera. En esta misma búsqueda me encontré con unas entrevistas de Erice sobre cómo hizo “El sol del membrillo”. El hombre hace unas reflexiones lucidísimas sobre el cine, especialmente cuando ahonda en la tendendia de una buena parte del cine contemporáneo de alimentarse en base a otras películas, en vez de la observación de la realidad.
Entre las nuevas sorpresas que he encontrado recientemente es la aparición de un volúmen con más de veinte DVDs de Manuel de Oliveira. Toda una rareza, al menos en Estados Unidos. Hay mucho ahí donde revisar. Su nuevo filme “Eccentricities of a Blond Hair Girl”, está en la selección del NYFF. El año pasado anduvo por Brooklyn, sino me equivoco, cuando se le hacía una restrospectiva en BAM y se veía campeón de campeones, rozando los 100 años.
Con otro cineasta que la pasé bien en estos días –y que ahora tendría 109 años-es Luis Buñuel. Nunca había visto “El”, un filme del período mexicano, que es una especie de radiografía a un hombre extremadamente paranóico y celoso, pero desde el punto de vista de cómo es percibido por la sociedad. Lo cómico es que este protagonista siempre está en situaciones ante sus pares - casi todos tipos acaudalados o poderosos – donde aparece como un hombre normal, inofensivo, juicioso, justo y bondadoso. Es un filme que tiene unos cuantos pasajes que irradian mucho humor y las típicas dosis de irreverencia que son parte de varios de sus trabajos.