Cannes 10En el momento que escribo esto ya se entregaron los premios, vengo llegando de vuelta a casa y estoy agotadísimo. Fueron 10 días intensos, de altibajos, de decepciones y de descubrimientos. En el post anterior me preguntaba desde dónde se arma la selección, dónde está el corazón de los que programan y por qué lo programan. A eso le agregaría que las películas que se hacen cada año y que postulan o llegan al festival son también un factor importante que hacen notable o mediocre una selección. Los programadores, los buenos y los malos, como dice mi amigo Alejandro Fernández, son los que en definitiva tienen la primera opción de poner en vitrina la que se supone es la mejor cosecha de la temporada.
Haneke ganó la Palma de Oro, un premio que en el pasado se llevó “Rosetta” o “El sabor de la cereza”, filmes que admiro profundamente. Lo seductor de Cannes es quizás eso, que aunque a ratos cuesta encontrar esas joyas, terminan por aparecer en algún momento. Podría haber un Cannes de lo bueno, premium, fast track, que me llevara directo a las mejores pelis. El ideal sería poder tener una especie de after Cannes, el de las joyas solamente, para no tener que sortear tantas otras películas, y por sobretodo no levantarse tan temprano. Calculaba que si vi una treintena de filmes significa que me pasé más de 30 horas en filas, sentado en la cuneta, almorzando paninis o devorándome un pan au chocolat a la rápida, planificando rápidamente la peli que venía después o al día siguiente. Si hasta en esos apuros compulsivos por alcanzar a llegar a un pase se me perdió mi celular (a otro amigo se le perdió una cámara). Pero a la vez creo que si existiera este Cannes premium me privaría de las acaloradas discusiones nocturnas en torno a uno y otro tipo de cine, que generaban las películas del día. Todas estas conversaciones son parte de lo que es este festival y, pese al cansancio, ya se empiezan a extrañar.
Cannes 9
Un crítico de cine me había recomendado “Carcasses”, un documental canadiense, dirigido por Dennis Cote, que es parte de la Quincena (de hecho esta selección tuvo 3 trabajos provenientes de Canadá). El comienzo fue auspicioso. Una especie de pausado y contenido registro de un hombre que vive y trabaja en un lugar donde van a parar miles de piezas de autos. Este señor tiene una rutina diaria, que implica mover o remolcar grandes partes de viejos automóbiles, encontrar repuestos abandonados a su suerte, y atender a las personas que llegan hasta ahí para comprar una pieza. Además lo seguimos en las diversas actividades de su vida personal. Por un momento pensé en una suerte de evolución o involución de carácter emocional, unido al paso del tiempo, porque el filme se enfoca en el trabajo del protagonista en prácticamente todas las estaciones del año. Sin embargo, el recuerdo que me queda es el de un trabajo que jamás dejó de salirse del asombro inicial por su personaje, y cuando hay alguna posibilidad de que las cosas agarren un rumbo un poco más entrañable, la película se empantana en otras anécdotas y hechos externos que no se salen del mero registro, o de la manipulación emocional (no quiero contar de qué se trata la otra parte del filme, para no describir demasiado su trama). Es un sabor extraño. Por un lado creo que Cote es un buen cineasta, alguien que se arriesga en caminos no narrativos y que quiere mostrar un lado solitario de la experiencia laboral. Por otro, está la propuesta concreta, lo que el filme finalmente es (cada vez estoy más convencido que para hablar de una película hay que ver la película y lo que plantea concretamente) y en ese sentido siento que sus resultados son planos.
Es interesante que así como hay filmes como “Carcasses”, también hallan en esta selección cintas como “Les Beaux Gosses”, una comedia francesa abiertamente imbuída en el género adolescente, muy cómica (desde un punto de vista de lo directo de los chistes), en algo realista, pero que no aporta mucho más en el mismo género, de estudiantes de escuela secundaria hábidos de sexo y chicas. Una película nostágica, que recuerda a decenas de comedias estadounidenses. Ya bajando la vara, en Un Certain Regarde, me encontré con “Adrift”, del brasileño Heitor Dhalia. Un thriller familiar que transcurre en un balneario de Brasil, donde una chica descubre que su padre tiene un amante y se producen unas secuencias medias voyeristas, para olvidar. No me explico muy bien que andaba haciendo esta película en esta sección (como muchas otras, jejeje).
Esto abre al tema de cuál es el criterio que a fin de cuentas se utiliza para escoger las pelícuas que están el festival. Obviamente muchas –especialmente en la competencia oficial- son elegidas por el lado más comercial, del glamour, de la atracción mediática. Pero en el resto, se supone que debería haber un grado de consistencia. Aparentemente es la idea de la diversidad, de gran feria. De colocar un poquito de todo – en terminos de autores, de géneros, de grupos, de política, etc- aún cuando la calidad narrativa se recienta, y entonces de diversidad pasemos a disparidad cinematográfica. Y creo que esta disparidad es algo que atraviesa a todas las secciones, operando de diversas maneras, y generando el sabor de inconsistencia. También hay una especie de distorción de la realidad. Uno ve estas grandes celebraciones de las galas, donde todo es de una gran solemnidad, como de catedral, en que se celebra la mirada de un cineasta, y claro, como decía Gonzalo Maza, eso genera un trastorno de desde donde se está armando el gusto, la apreciación, un loop de virtuosismo, de nombres, que tiene resonancia en todo el mundo.
Una pregunta que me viene dando vueltas hace rato es el grado de especialización de los que deciden qué vamos a ver, en terminos de programación. ¿Son especialistas, conocen del medio y son capaces de discernir en diferentes grados o todo es una zona gris un poco más allá de los márgenes de las películas mainstream? ¿Es parte de la misma zona gris una película de Corneliu Porumboiu, Raya Martin, Dhalia o de Yorgos Lanthimos? ¿Es su acercamiento a esas películas el mismo que el de una persona que se deslumbra ante todo lo que viene de esa zona gris, en ese umbral donde aparentemente todo es un azar desconocido, todo es valioso y todo le gusta? Nacen muchas preguntas sobre en qué estado de conocimiento del cine están los que programan, y esto mismo lo planteo respecto a la crítica, que es la otra pata de esto, que genera, se supone, una discusión. Cuánta conciencia hay de las propuestas concretas que hacen las películas, cuántas abren espacios y realmente expresan algo, cuántas son una mera formula disfrazada de la nebulosa del artificio, de la mera impostación, de la falsificación. En fin, son muchas preguntas.
Cannes 8Uno de los mejores filmes que he visto es “The White Ribbon”, de Michael Haneke. Haneke es de esos autores hechos de una rara aleación de talento nato e inteligencia. Sus filmes son siempre un ejercicio de complicidad con el espectador, un juego que se va estructurando a través de pequeñas pinceladas, inofensivas por sí solas, pero que de modo acumulativo son capaces de transfomarlo todo en una aplanadora. “The White Ribbon”, es coherente con ese modus operandi, aunque las revoluciones se bajan al mínimo. Estamos en 1913, o algo así, en una pequeña y tranquila localidad donde todo gira en torno a un gran latifundio de propiedad de un barón. La aparente quietud del lugar empieza a descascararse cuando ocurren una serie de incidentes, como la caida de un doctor de un caballo y la muerte de una trabajadora. Estos actos desconecatados, más otros que empiezan a aparecer después en espiral –un espiral imperceptible- generan un estado de tensión o temor social y de clase que Haneke revela sólo con pequeños detalles de la vida cotidiana. “The White Ribbon” es un lúcido rompecabezas que excarba un poquito para encontrar la semilla de las asperezas, que interpela a la audiencia a ser testigos o jueces de una situación determinada, que entrega ciertas evidencias y deja que el resto ate cabos. Además que debe ser de los mejores trabajos que he visto recientemente que se atrevan a hablar de las posibilidades de la impunidad en el territorio de la criminalidad.
El mismo día también vi una película que al principio no me entusiasmó mucho, pero que después de un rato – en la medida que se iba armando el relato- me pareció una gran comedia, “The Times That Remains”, de Elia Suleiman. Tiene muchos elementos del género deadpan, con tomas estáticas, interpretaciones coreografiadas - muy físicas y herederas del slapstick- y una serie inagotable de gags. Tanto chiste y actuaciones exageradas, a lo mimo, son un poco agotadoras de entrada. Algunas funcionan y son divertidas, otras no consiguen ese nivel de humor. Pero afortunadamente la película no se inclina sólo en eso para mantenerse a flote, sino que arma su camino a través de un sólido sentido de la síntesis, de la precisa información que se requiere para hacer avanzar la historia y al mismo tiempo darle un poco de densidad a los acontecimientos y sus personajes. Este equilibrio entre humor y astucia cinematográfica permite contar una historia familiar en un contexto politico y de violencia religiosa. Suleiman es palestino y narra algunas anécdotas de su familia desde 1948, cuando es instaurado Israel en el corredor de Siria–Palestina, hasta el presente. Es un filme desde el punto de vista de un árabe que vivía en esas tierras cuando todo cambió políticamente y de ser un árabe se transforma en “árabe israelita” y las consecuencias de eso. Suleiman elabora una seguidilla de bloques que van mostrando el paso del tiempo en Nazareth, de las rencillas políticas que se repiten y de algún modo una descripción de la vida de una serie de familiares o vecinos, en torno a la misma casa en casi 5 décadas.
Es inevitable – por su visión personal de acontecimientos históricos- no compararla con “Inglorious Basterds”, de Quentin Tarantino, otro cineasta que al igual que Almodóvar y muchos de los consagrados que estuvieron este año, al parecer están mal criados por Cannes. “Inglorious Basterds” es un filme que transcurre durante la Segunda Guerra Mundial , que sigue los pasos de un batallón estadounidense en Francia, durante la resistencia. El trabajo está constituido de largas escenas llenas de verborrea, que salvo probar un virtuosismo para los diálogos “ingeniosos” , no concluye nada que no sepamos de la guerra, de los conflictos bélicos, de la maldad o de lo que sea. Es un filme plano, tediosamente extenso, lleno de tribia o referencias al cine igual de vacías, un filme donde Tarantino saca del sombrero los mismos trucos de antes, ahora predecibles y agotadores.
Cannes 7 Muchas películas. Aunque no tan buena racha como la que me tocó hace unas días. En realidad me devoré gran parte de los filmes de la Quincena y Un Certain Regarde."Le Pere de Me Enfants" de Mia Hansen Love, es un filme bastante convencional en su factura. Nuevamente una película que en este festival anda haciendo referencia al cine (recordemos la de Hong Sang Soo, la de Almodóvar, la de Tarantino, "Go Get Some Rosemery", "Irene", etc) . Se trata de un productor de cine (!!!!!!) que tiene una empresa que empieza a colapsar. Además tiene una familia a la que adora. Lo más soprendente de la cinta es el cambio radical que experimenta a nivel dramático justo en la mitad, y que transforma todo lo que vimos anteriormente en una experiencia de vida. En realidad ese giro es bastante interesante, pero en otro sentido uno se pregunta cuán versosímil es el resto del tejido que se construye."Tomorrow at Dawn", de Denis Decourt, tiene un gran chiste, un gran momento, que está relacionado con el presente y el pasado que se unen en una sola toma, o en una secuencia: Un duelo de soldados del siglo 19, con espadas, donde uno de los duelistas termina herido, luego el duelista vencedor sale caminado y se sube a su auto. Hay, como digo un juego con las imágenes y el absurdo, pero a través de la historia de dos hermanos, uno es un pianista y el otro un obrero al que le justa jugar rol, en este caso de soldados del pasado. Este juego, que se empieza a poner ridículamente más en serio de lo que debería, es lo que nos lleva a esas imágenes. Me pasó que encontré además muy muy desabrida la película. Parece que es un efecto que anduvieron buscando con otros filmes de la misma sección, como "Tale in the Darkness" o "Tzar". Algo similiar me ocurrió con "La Famille Wolberg", que estuvo en la Quincena. "Tale in the Darkness" es una cinta rusa sobre una solitaria policía en busca del amor, o nisiquiera eso, una pareja. En el camino se encuentra con una diversa fauna de hombres repletos de defectos. Su puesta en escena, salvo por un dejo de humor negro y ojo para capturar cierta mala leche, es muy insípida y de algunos golpes bajos emocionales. Donde debería haber observacion, abundan silencios que no tienen nada que ver con lo que está ocurriendo al personaje. En "La Famille Wolberg", que es una película francesa, nos encontramos con un padre y su grupo familiar en crisis. En su planteamiento se altera o se modifican los estados emocionales, y el modo en que todos se relacionan, lo que le da la sensación de estar observando una comedia con personajes que atornillan para el otro lado. Especialmente la del protagonista, un alcalde que tiene una vida gris y monótona. Pero esto es una actitud meramente formal, que finalmente necesita para sobrevivir de la estructura de los secretos que se esconden para poder emocionar."Nymph" es una de las películas más peligrosas del festival, porque intenta hacerse pasar por un trabajo que apunta a un cine artístico, cuando en realidad es una gran impostación, que propone ideas que no llegan a ningún lado. Parte con una toma tipo Lisandro Alonso en "Los Muertos", y después se va literalmente por las ramas, por la naturaleza, pero para contarnos una historia irrelevante. Un fotógrafo que desaparece, porque se lo traga un arbol, que es el espíritu de una mujer, que además tiene sexo con el protagonista. Mientras tanto la esposa de este fotógrafo, deja de ver a su amante porque cree haber encontrado a su desaparecido marido. El filme se adentra en una serie de moralejas precarias, de dudoso gusto.
"Hierrro", que se estrenó en la Semana de la crítica, es la enésima película española que imita a los filmes de Hollywood, que abusa de todas las trampas cinematográficas para intentar contar un thriller - el de una madre en busca de su hijo desaparecido- donde el suspenso es puro artilugios.
También estuve en Inglourious Bastards, de Tarantino. En el próximo post hablamos de ella
Cannes 6Hoy me gustó mucho “Irene”, de Alain Cavalier , que es parte de Un Certain Regarde. Un documental sobre la esposa fallecida del cineasta. Es una revisión de los recuerdos, de la memoria, de lo que queda de ella. Lo más sobresaliente es la puesta en escena, que con escasos elementos y mucha creatividad en términos de lenguaje visual se las arregla para darnos un retrato de ella o, más genéricamente, del amor. En el fondo es un ejercicio lúcido de reconstruir el espíritu de Irene a través de un contexto, a través de lo que alguna vez le rodeó, como si uno pudiera inferir ciertos aspectos de alguien no en base a sus cenizas, sino que de lo que le circundaba. Además que los comentarios del propio Cavalier son muy lúcidos.Lo irónico es que un par de horas antes otro filme – “Dogtooth”, también de Un Certain Regarde - brillaba por su falta de lucidez y se adentraba en el territorio del virtuosismo, del formalismo, de las trecientas carambolas para finalmente no decir nada. Una mezcla entre Wes Anderson – pero aún más cargado al absurdo- y una falsa mirada de importancia, de modernidad. Una comedia que si no me equivoco tiró a la parrilla todos los elementos que al parecer les gusta a muchos que habitan el ambiente festivalero: incesto, crueldad, sexo explícito, disfuncionalidad, personajes de tira cómica, en fin.Ayer fue un día dramático, ya que pasé de la agonía al éxtasis en cuestión de minutos. Partí con el pie izquierdo cuando me topé con “Independencia” de Raya Martin. Un cuento alegórico - y en una onda de cine mudo en blanco y negro- repleto de piedras en el camino. Es la historia de varias generaciones de una familia filipina que vive un éxodo y después se asienta en una zona selvática, donde nuevamente debe luchar contra los invasores, los colonizadores. Se supone que hay un espíritu de hablar de la historia de Filipinas, pero la verdad que mucho de eso no ví. Ví una historia de sobrevivencia que queda clara en los primeros 10 minutos. El resto una serie de escenas redundantes, con metáforas sacadas del libro de los lugares comunes, con personajes que se mueren y se desvanecen, con la cajita que se abre arriba de la cabeza cuando un personaje está pensando, con un momento en que producen el efecto que se corta el rollo de la proyección. Mucha pirotecnia de mala calidad, y tampoco mucho que decir. Por una extraña casualidad, me falló un screening que venía después de “Indepedencia”, y me encontré con que estaban dando en Cannes Classics una nueva copia de “A Brighter Summer Day”. Un huracán cinematográfico, una maravilla de película filmada por Edward Yang. Todos estos días siempre está latente en la conversaciones la idea de por dónde va el cine moderno, qué es el cine moderno, de qué se construye, y de algún modo en este festival siempre han ido apareciendo obras que han ido expendiendo el modo en que entendemos el cine. “A Brighter Summer Day” es del año 91, pero se siente tan fresca como si se hubiera hecho ayer. Una historia familiar emplazada en un determinado momento político de Taiwán. Es una lección de cualidades narrativas, de la capacidad de registro, de lo que es una toma cinematográfica y a la vez, en cuanto a su estructura, de contar una historia, de crear capas, de encontrar una coherencia, de que todo fluya como si hubiera sido la única manera posible. Ojalá que esta película salga pronto en DVD porque ha estado ausente por mucho tiempo.Más adelante escribo sobre otros filmes que vi también ayer, como “Hierro”, o “Les Peres de Mes Enfants”.
Cannes 5No es mi estilo andar mostrando fotos mías, pero se me cruzaron esta tarde los hermanos Dardenne. Qué puedo decir, siempre hay excepciones a la regla. Mañana habrán reseñas de muchas pelis que me tragué hoy.
Cannes 4
Hoy fue un día de otra excelente película, "La Pivellina". Es parte de la Quincena, está dirigida por Tizza Covi y Rainer Frimmel , y transcurre en una zona marginal de Roma. Es un trabajo prolijo, repleto de ternura, de cariño, de humor. Una inyección de humanidad directa a la vena. La historia es la de una familia que inesperadamente tiene que hacerse cargo de una bebé que ha sido abandonada por su madre. Desde el primer momento estamos en presencia de una avalancha de amor, de afectos hacia esta pequeña, que a su vez es un verdadero encanto. Los cineastas tienen un sensibilidad excepcional para capturar esos pequeños momentos, para registrar las cándidas y simples anécdotas que día tras día van apareciendo. Me impresionó mucho esa capacidad para registrar la camaradería, la naturalidad de todo. Quizás en en unas cuantas instancias el filme repite o refuerza algunas emociones, por lo que opera una especie de sobreexplicación de las cosas o un excesivo endulsamiento de lo que estamos viendo. En realidad son baches bastante pequeños, porque en general la mirada es acertada y en la mayoría de los casos diáfana.
Cannes 3
Es temprano, está asoleado y con el ánimo por arriba porque anoche vi en Un Certain Regard la que hasta ahora es en mi opinión la mejor película que me ha tocado en el festival, "Politist, Adjectiv", del rumano Corneliu Porumboiu. Es un un filme muy inteligente, sencillo, un ejercicio en tres pinceladas sobre el trabajo de la policía en el contexto del sistema legal o judicial. Es una cinta que le da una cara real y práctica a la justicia, que se arma desde el personaje de un agente policial que está investigando a alguien. Cuando la película partió, con largas y reiterativas tomas de un seguimiento de dos personajes, me acordé de "Jeanne Dielman, 23 Quai du Commerce, 1080 Bruxelles" de Chantal Akerman, y me asusté, porque pensé en todos los peligros de esa puesta en escena, que ese estilo fuera derivar en el cliché de la contención estirada para llegar a la explosión final, del asesino, del psicópata, del lado brutal y descontralado que emerge. Una película a paso de caracol, pero con las mismas ideas que hay detrás de las películas más convencionales. Nuevamente, como lo mencioné en el post anterior, pensé que estaba ante un caso en donde se ofrece una libertad narrativa, pero a fin de cuentas las ataduras con la vieja melodía son imposibles de evitar. Sin embargo, en "Politist, Adjectiv" estas largas secuencias de personajes que apenas conocemos son la base para plantear precisamente la temática de la película: cómo se va armando la certeza en torno a una persona, cómo alguien -un policía- que es totalmente ajeno a la vida de un tercero -el sospechoso, del que apenas sabemos su nombre y apellido, y que sólo vemos de lejos- tiene que formarse una opinión sobre él. No sólo una opinión, si no que una decisión que puede afectar su vida para siempre, ya que implica decidir si se presentan o no cargos contra él. Es decir, nos colocamos en el punto de vista de alguien que tiene que informar al sistema judicial sobre otro, y esa información, esas descripciones que están escritas en un reporte que hace la policía, es el método con que nosotros como espectadores nos vamos armando también de una cierta idea de verdad. Es la esencia del sistema burocrático-judicial expuesto en la pantalla grande con una sutileza que asombra, con todos los conflictos de caracter moral y legal que van emergiendo, pero en miniatura. Además que la película tiene un sentido del humor que deslumbra, que va unido a la palabra, al sentido de la palabra, a su significado, a la interpretación, que es la ecuación con que la idea de la justicia se transforma en realidad. Una gran, gran película, de la que tendremos que escribir mucho más.
Cannes x 2 1/2Finalmente unos minutos para sentarme y escribir!Largos días el jueves, el viernes y parte del sábado. Una maratón de cine. Me ha pasado que la gran mayoría de las películas que he visto no han estado a la altura de las expectativas. Puede ser una mala racha y que el asunto mejore, pero por ahora no ha habido nada muy sorprendente.Partamos por lo más interesante . La de Pedro Costa, "Ne change rien" -que se está dando en la Quincena- es una experiencia para tirar a las cuerdas a cualquiera. Es un filme difícil que exige colocarse en un tono que se va desarrollando lentamente, que incluso me tenía contrariado al principio por la monocorde y asfixicante manera de presentar a la actriz y cantante Jeanne Balibar durante unos ensayos musicales. Pero aunque Balibar está en prácticamente todos los planos (largas, largas tomas) la película de Costa es en el fondo una experiencia sobre la música, sobre el proceso de hacer -o construir- música. Sin parecerse mucho formalmente a la peli que hizo sobre los Straub, sí se emparenta por el registro del oficio, de la descripción de pequeños detalles que explicaron el modo en que se hace cine y ahora, en este caso particular, la música o la canción. Cuidados y pacientes cuadros en la sala de ensayo, de grabación, en el escenario que construyen un mundo que es, a fin de cuentas, bastante coherente con lo que plantea. Creo que a ratos se extendió más de la cuenta, y se puso algo reiterativo, pero en las sumas y restas, y con todo lo que exige Costa de uno como espectador, es un filme que se sumerge en una temática donde la mirada es única y rigurosa. Bien por Costa.En la Quincena también se presentó una versión reeditada de "Hotaru" (Hotaru 2009), un filme que Naomi Kawase estrenó hace casi una década, que duraba bastante más que los cien minutos con los que se presentó ahora. Nunca vi "Hotaru" en su versión original, ni tampoco conozco nada sobre los antecedentes o circunstancias en que se hizo. Sabía que aparentemente habían muchos elementos autobiográficos. La verdad es que prefiero otras cosas que ha hecho antes - o después- esta cineasta japonesa. En realidad es una suerte de larga yuxtaposición de viñetas que jamás cuajan. En fin, quedé con sabor a muy poco.También me sucedió algo similar, o peor con “Tetro”, la última de Coppola. La peli es un cocktail freudiano sobre una familia que vive los efectos negativos del éxito del padre, un famoso director de orquesta, y que transcurre en Buenos Aires. Es un pastiche sobre sórdidos secretos, el parricidio emocional, personajes extravagantes o "pintorescos", que en la medida que avanza se va empantanando y no sala jamás de ahí.Otro que me pregunto qué le paso es Kore-Eda. Hace un mes atrás había visto su filme anterior, "Auritemo, Auritemo", sobre un encuentro familiar que me sorprendió muy gratamente. En esta ocasión con "Air Doll" quedé tan descolocado, que tuve que irme a Imdb para confirmar que se trataba del mismo director. El tema, una muñeca inflable - de esas que se usan como fetiche, para prácticas sexuales- que de un día para otro cobra vida. Así tal cual. Probablemente va a pegar entre aquellos que se compren que se trata de un cuento de hadas con un giro turbio, sexual, para “adultos”, o las metáforas de dudoso gusto sobre la condición humana, sobre los seres sin corazón, y otras frases para el bronce.Ni que hablar de Hong Sang Soo. Parece que el parricida soy yo! Su nuevo trabajo, "Jal Aljido Motamyunseo", lo hizo en piloto automático, a media máquina, dormido en los laureles. Es una comedia que apunta a un humor directo y autoreferente, que más encima repite una vez más las mismos códigos utilizados por el cineasta. Era casi como una adivinanza fácil de reconocer. "Jal Aljido Motamyunseo" no es un film espantoso, es muy Hong Sang Soo, historias que se repiten, o que son similares, una ecuación matemática de las relaciones humanas. Como coversamos con un amigo, al cineasta le vino el síndrome Woody Allen, y con resultados que dejan mucho que desear. Me niego a que alguien que hizo obras maestras como "Turning Gate", "Virgin Stripped Bare by Her Bachelors" o "The Power of the Kangwan Province", ande haciendo leseras.Pasando a las de la Competencia Oficial vi una británica, "Fish Tank", que tiene unos tres cuartos notables. Una cámara impecable, actuaciones de lujo, un montaje afilado, económico. Podríamos decir que es la “Rosetta” inglesa. Pero, después, pese a ese excelente ojo de la directora Andrea Arnold, empiezan las trampas, el momento brutal, sórdido, golpeador, que al parecer es parte de la receta del 99 porciento de las películas en el mundo. De ser un filme apuntando alto, pasamos a la categoría de otros filmes derivativos, imitadores, "virtuosos"etc, etc., que aparentan libertad, y que a fin de cuentas se contradicen a sí mismos, con una historia que no aporta mucho a lo que ya sabemos. Por un momento pensé que el cine británico tenía un renacimiento.En la Quincena también estuvo "Yuki et Nina", que es un filme que al menos en su premisa tiene una luz de honestidad. Dos pequeñas amigas buscan evitar a toda costa que los padres de una de ellas se divorcien. Un vano intento por comprender a los adultos, un mundo totalmente distinto, ajeno, que funciona con otras reglas. La temática está bien, aunque la cinta no deja de pegarse muchas notas en falso, en el punto de vista, en la realización. Creo que tiene el corazón bien puesto, pero jamás despega como historia, como experiencia. Hay un pasaje, por ejemplo, un momento a la "Blissfully Yours" -que es sumamamente importante como parte de la historia- donde la naturaleza nunca antes me había sido tan indiferente, tan plana.En un estilo muy impostado está "Go Get Some Rosemary", que hace un esfuerzo enorme por hacer algo a la Cassavetes, pero con resultados mucho menos humanos. Hay una intención de crear algo entrañable, un protagonista -treinteañero, adolecente tardío- que nunca aprende de las lecciones del pasado, divorciado, padre de dos hijos, con los que tiene que compartir unos cuantos días. Volvemos a lo mismo de las trampas, de hacer pasar gato por liebre, de querer hablar de la humanidad de unos cuantos personajes, pero descuidar componentes básicos de ella. De intentar generar afectos, pero al mismo tiempo no confiar en ellos, y lanzarse, como lo hace el filme, en una serie de giros dramáticos y metáforas innecesarias, que están a miles de kilómetros de distancia de la esencia de lo que supuestamente se quiere contar.En unos minutos parto a ver "Politist, Adjectiv", la nueva de Corneliu Porumboiu. Veremos que nos depara esta nueva tanda.
En Cannes
Acá estamos y vamos a tratar de comentar todas las películas habidas y por haber. Ya muchos saben que la peli "Huacho", de mi querido amigo Alejandro Fernández (colaborador ilustre de este blog) está en la selección de la Semana de la Crítica, compitiendo por la Cámara de Oro. Como es usual, con Alejandro cooperamos en todos los proyectos que hacemos, así que estoy en el festival como parte de la peli, muy feliz, ya que fue una colaboración de mucho tiempo y que finalmente en estos días tiene su estreno. Pero, fuera de estas cosas personales, en el blog nos dedicaremos a hablar de los filmes que más nos impresionen, intentando surfear esta locura de información que se viene, con cuatro o cinco filmes al día. Esperemos que este festival nos traiga muchas sorpresas y que haya muchos filmes que sigan alimentando esta inagotable pasión por el cine.Esta es la primera foto con el gupo de "Huacho" en una comida que tuvimos el miércoles por la noche.